El cáncer no es una exactamente una enfermedad, sino más bien un grupo de enfermedades que guardan una estrecha relación entre sí por el modo en que se desarrollan, los síntomas que se manifiestan y los posibles tratamientos médicos utilizados para combatirlas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en la última década aproximadamente 84 millones de personas han muerto en todo el mundo a causa del cáncer, un 70 % de ellas en países de medianos ingresos, por lo que las medidas a tomarse para hacerle frente deberían convertirse en una prioridad.
Este padecimiento resulta ser realmente difícil de sobrellevar y afecta terriblemente el estado de ánimo de aquellos que lo padecen y quiénes le acompañan, generando además de un debilitamiento físico, también una degeneración mental muy profunda, responsable de fuertes depresiones y otros trastornos psicológicos.
Para entender cómo aparece el cáncer, es necesario primero tener un conocimiento básico sobre algunos procesos del organismo. El cuerpo humano está constituido por millones de células, cuyo comportamiento habitual al crecer es dividirse para formar nuevas células, mientras que aquellas que van envejeciendo o por algún motivo se dañan, mueren para dar paso a las nuevas, que las reemplazan.
En el caso de presencia del cáncer, este proceso celular se altera, al no permitir que las células dañadas o viejas mueran, mientras que siguen apareciendo nuevas células que posiblemente no sean necesarias; además, las células dañadas o viejas comienzan a crecer y dividirse de manera descontrolada, con lo que terminan volviéndose invasivas, generando nuevas células que se van uniendo y formando masas que terminan convirtiéndose en tumores. Por otra parte, estas células cancerosas se vuelven inmunes a las señales que les indican dejar de dividirse o morir; este proceso se llama apoptosis o muerte celular programada, y al dejar de ocurrir, también se hace imposible que el organismo se deshaga de ellas.
Los tumores cancerosos que se formen son todos malignos y deben ser atendidos a tiempo. Dependiendo del lugar del cuerpo donde se forma el tumor, este da el nombre al tipo de cáncer, excepto los cánceres en la sangre por lo general no tienen la capacidad de formar tumores.
El cáncer propiamente es una enfermedad genética, es decir, actúa de conformidad a los cambios ocurridos en los genes por la forma como crecen y se dividen las células, las cuales se vuelven cancerosas debido a modificaciones en el ADN, que a su vez no es capaz de eliminarlas.
Cuando se manifiesta alguna alteración en el ADN de las células normales, estas reparan dicha alteración y en caso de no hacerlo, entonces mueren. En el caso de las células cancerosas, no son capaces de reparar las alteraciones y tampoco de morir como deberían; por el contrario, estas se siguen dividiendo, y las nuevas células generadas presentan el mismo ADN alterado que la original.
A raíz de este comportamiento genético es fácil suponer que las personas podrían heredar de sus padres el ADN anormal, pero aún así no es la principal causa de daños en los genes, ya que este daño es mayormente causado durante la división celular o por la actuación de otros factores de riesgo. Debido a esto, en muchas ocasiones es difícil determinar con exactitud cuál es el motivo de la aparición del cáncer, o más bien el motivo del daño celular que da origen a la enfermedad.
De cualquier forma, lo que se sabe es que el cáncer surge básicamente a raíz de cambios genéticos. Estos cambios afectan principalmente a tres tipos de genes: los proto-oncogenes, los genes supresores de tumores y los genes reparadores del ADN.
La función de los proto-oncogenes es contribuir a la normalización del crecimiento y división celular normal. La alteración de estos genes permite a las células crecer o sobrevivir cuando no deberían hacerlo, por lo que se convierten en genes causantes de cáncer, también llamados oncogenes.
En el caso de los genes supresores de tumores, estos también ayudan a controlar el crecimiento y la división celular, y las alteraciones en ellos provocan un descontrol en el proceso de división.
Con respecto a los genes reparadores del ADN, estos tienen la función de realizar los arreglos necesarios en el ADN dañado. Cuando existen células con mutaciones en estos genes, estos pueden causar mutaciones adicionales en otros genes, que al juntarse hacen que las células se vuelvan cancerosas.
Es muy común que las células cancerosas se trasladen a otras partes del cuerpo a través del torrente sanguíneo o el sistema linfático. Esto ocurre cuando las células se desprenden de los tumores y terminan alojándose en otro lugar, donde forman nuevos tumores cancerosos. A ese suceso se le conoce con el nombre de metástasis.
Cuando la metástasis ocurre, la enfermedad entra en una nueva fase y pasa a denominarse cáncer metastásico. En este caso, el nombre del cáncer es el mismo que el del tipo de células cancerosas que causaron el cáncer original. Por ejemplo, si un cáncer de estómago se disemina o hace metástasis en los riñones, este último se llamará cáncer metastásico de estómago, en lugar de cáncer de riñón.
En el caso de algunos cánceres como la leucemia, que quizás no produzca tumores, estos afectan la sangre directamente, y también los órganos productores de sangre y por los que esta circula, ya que las células cancerosas viajan a través de ella, alojándose en los tejidos y formando tumores cancerosos.
La tasa de mortalidad en caso de metástasis es sumamente considerable. La gravedad en este punto de la enfermedad es prácticamente irreversible y por lo general los tratamientos utilizados sólo sirven para aliviar los síntomas porque el daño en el organismo es casi irrecuperable. Es a este nivel cuando más ayuda y comprensión se necesita por parte de quienes se encuentran alrededor del paciente.
En la actualidad puede ser muy fácil afirmar que prácticamente cualquier cosa puede provocar cáncer. Vivimos en un ambiente altamente influenciado por la contaminación y eso, en conjunto con el ritmo de vida que llevamos, suele afectar directamente las células del organismo. Sin embargo, el ser humano es capaz de multiplicar las posibilidades de padecer cáncer cuando no toma las precauciones necesarias para prevenir que esos factores de riesgo siempre presentes en el ambiente le afecten en la menor medida posible. A continuación se presentan aquellos de mayor incidencia:
Fumar es el principal factor de riesgo que provoca la mayor cantidad de muertes por cáncer en todo el mundo, llegando a alcanzar aproximadamente el 22 % de ellas cada año.
La creencia popular hace pensar que fumar cigarrillos puede causar cáncer de pulmón, pero lo cierto es que no solamente puede afectar a los pulmones, sino también al esófago, laringe, boca, garganta, riñón, vejiga, páncreas, estómago y el cuello uterino. Aproximadamente el 70 % del cáncer de pulmón es causado únicamente gracias al tabaquismo, y lo que es peor es que los no fumadores también podrían padecer de la enfermedad por el humo del cigarrillo que se encuentra en el ambiente.
Además, el tabaco en otras presentaciones que no generan humo, como los productos para mascar o en polvo, son los principales causantes de cáncer en la boca, el esófago y el páncreas, por lo cual es una sustancia altamente dañina y con repercusiones altamente graves.
Las dietas carentes de frutas y hortalizas y ricas en niveles excesivos de consumo de carnes rojas, están altamente relacionadas a la aparición de cánceres de esófago, colon y recto, mama, endometrio y riñón, además de ser también un fuerte factor de riesgo de sobrepeso y obesidad.
Por otra parte, la falta de actividad física contribuye a empeorar las condiciones de vida que ya se ven afectadas por una mala alimentación, lo que multiplica aún más el riesgo de desarrollar la enfermedad, al no hacer nada por equilibrar un poco la situación.
El consumo de alcohol representa un factor de riesgo para la aparición del cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, hígado, colon y recto, y mama, que crece aún más en la medida en que lo hace también la cantidad de alcohol consumido. Además, si se combina con el tabaquismo, los resultados pueden ser realmente trágicos.
A pesar de que las infecciones representan aproximadamente un 22 % de las causas de muerte por cáncer en la mayoría de los países en vías de desarrollo, no es un factor al que se le preste mucha atención.
La hepatitis B y C (VHB y VHC, respectivamente), se encuentra entre los principales causantes de cáncer de hígado, mientras que el virus del papiloma humano (VPH) aumenta considerablemente el riesgo de cáncer de cuello uterino. También bacterias como la Helicobacter pylori puede causar cáncer de estómago, y otras más se consideran responsables de cáncer en la vejiga o en las vías biliares.
De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud, entre el 1 % y el 4 % de todos los casos de cáncer son causados por productos químicos como el arsénico que contaminan el aire, el agua y el suelo, aunque también existe una incidencia por el consumo de alimentos contaminados con sustancias químicas como aflatoxinas o dioxinas, así como en aire en el interior de los hogares contaminado por el humo que surge de fuegos generados con carbón.
Se conoce con el nombre de carcinógenos ocupacionales a un conjunto de unos 40 agentes que se encuentran presentes en todo ambiente laboral y al que los trabajadores se encuentran expuestos permanentemente. Aunque parezca mentira, estos agentes pueden ser los causantes de cáncer de pulmón, vejiga, laringe y piel, así como de la leucemia, el cáncer nasofaríngeo y el mesotelioma, que es el cáncer presente en el revestimiento exterior del pulmón o de la cavidad torácica.
Este factor de riesgo ha afectado a aproximadamente entre el 20 % y el 30 % de los hombres y entre el 5 % y el 20 % de las mujeres que se encuentran en edades comprendidas entre los 15 y 64 años de edad, población básicamente en edad laboral. Estos carcinógenos, por ejemplo, representan alrededor del 10 % de los casos de cáncer de pulmón y el 2 % de leucemias.
Existen dos tipos de radiaciones: las ionizantes y las ultravioletas; ambas son potencialmente cancerígenas para el hombre. La primera, ocurre mayormente en prácticas médicas y en ambientes de trabajo, causantes de leucemias y varios otros tipos de cáncer. Igual ocurre con los gases de radón emanados por los suelos o provenientes de los materiales de construcción, responsable de aproximadamente entre el 3 % y el 14 % de los casos de cáncer de pulmón.
Por su parte, las radiaciones ultravioletas provocan todos los cánceres de piel. A este tipo de radiación estamos expuestos todos los días a través de los rayos solares, así como aquellas personas que utilizan los aparatos de bronceado artificial que emiten rayos ultravioleta.
El cáncer varía sus síntomas en función del lugar dónde se origina. Además, si el cáncer hace metástasis, los síntomas también podrían propagarse con la enfermedad.
Sin embargo, muchos de los síntomas pueden confundirse con otros propios de muchas enfermedades que pudieran no estar relacionadas con el cáncer, por eso se les debe prestar especial atención en todo momento, porque pasarlos por alto podría resultar en consecuencias trágicas. Es por eso que la recomendación en todo momento es acudir a un médico en caso de presentar algunos de los siguientes síntomas:
El agotamiento extremo se hace presente a medida que el cáncer progresa en el tiempo, manifestándose como un síntoma que no mejora con el descanso, aunque en el caso de leucemia se hace presente desde el inicio de la enfermedad. También puede suceder como síntoma secundario de la anemia provocada por la pérdida de sangre que ocurre con el cáncer de colon y estómago.
La pérdida de peso de manera repentina e inexplicable es un síntoma muy común en los pacientes de cáncer. Esto ocurre cuando se han perdido al menos 5 kilogramos de peso corporal de forma inesperada y sin motivo aparente, señal habitual cuando existe la presencia de tumores de carácter digestivo. Son tumores carcinoides gastrointestinales que causan cáncer en el estómago, esófago, duodeno, colon, intestino delgado, recto, páncreas y pulmón.
La fiebre es un síntoma presente en prácticamente casi todos los tipos de cáncer, especialmente en aquellas etapas avanzadas de la enfermedad. Sin embargo, ese síntoma podría significar un indicador temprano de algunos tipos de cáncer como la leucemia o el linfoma.
Los dolores intensos en algunas partes del cuerpo y que no mejoran con ningún tratamiento pueden ser un indicador de varios tipos de cáncer, como lo son los casos de cáncer de huesos o testicular. Por ejemplo, el dolor de cabeza representa una alerta por la aparición de tumores en el cerebro, y el dolor en la espalda generalmente es síntoma de cáncer de colon, recto u ovarios.
Como evidencia propia del cáncer en la piel pueden ocurrir diferentes alteraciones en el aspecto de lunares, pero también pueden suceder el oscurecimiento, enrojecimiento o coloración amarilla de la piel, así como la picazón repentina o el crecimiento excesivo de vello.
El estreñimiento, diarrea y los cambios repentinos en el aspecto de las heces fecales durante un lapso de tiempo prolongado, pueden ser un indicador de cáncer de colon, así como el dolor al orinar, presencia de sangre en la orina y cambios en la frecuencia de las funciones urinarias, pudieran estar relacionadas al cáncer de próstata o vejiga.
La presencia de llagas o heridas que se asemejen a úlceras que no cicatrizan es muy habitual es casos de cáncer de piel, pero es importante también notar la presencia de este tipo de heridas que no cicatrizan con el pasar del tiempo en lugares como la boca o en el área genital, tanto en hombres como mujeres.
La presencia repentina e inusual de manchas blancas en cualquier parte del interior de la boca pudieran ser indicadores de leocuplaquia, que es el nombre dado a estas áreas que además son precancerosas y con el tiempo puede convertirse en cáncer de boca.
Sufrir de diferentes tipos de secreciones con presencia repentina e inusual de sangre puede ser un indicador de diferentes tipos de cáncer en fase inicial. Por ejemplo, toser sangre podría tomarse como un signo de cáncer de pulmón; la presencia de sangre en las heces fecales un signo de cáncer colorrectal; sangre en la orina podría ser un signo de cáncer de vejiga o riñón; y si existe la expulsión de sangre a través del pezón, el riesgo de cáncer de seno es bastante alto. En general, cualquier secreción con presencia inusual de sangre debe ser atendida.
Muchos tipos de cáncer pueden ser fácilmente detectados por medio de la aparición, endurecimiento o crecimiento de pequeñas masas o bultos en cualquier parte del cuerpo que pueden ser fácilmente palpables a través de la piel. Estos signos pueden ser señal de cáncer tanto en fases iniciales como tardías de la enfermedad, y es usual su manifestación en el cáncer de seno, piel, testículos, ganglios linfáticos, y tejidos blandos.
Tanto la dificultad para tragar como la indigestión, aunque no son síntomas comunes, pueden aparecer como señal en caso de cáncer de esófago, estómago o de garganta.
Si una persona comienza a sufrir de manera repentina de tos persistente, esto pudiese ser una señal de cáncer de pulmón o vías aéreas superiores, así como la presencia de ronquera una señal de cáncer de laringe.
Los tipos de cáncer varían siempre en función del lugar del cuerpo donde se forman los tumores cancerosos originales. En total son más de 100 los tipos de cáncer, por lo que difícilmente pueden ser analizados individualmente, pero sí se puede determinar una clasificación basados en el tipo específico de células que causan la enfermedad:
Se forman en las células que cubren las superficies internas y externas del cuerpo humano, llamados células epiteliales, representando los tipos de cáncer más comunes. El cáncer originado por cada tipo de célula epitelial tiene un nombre específico:
Los sarcomas son aquellos cánceres que se forman en los huesos y en los tejidos blandos, como lo son músculos, tejido graso, vasos sanguíneos y linfáticos y en tejidos fibrosos como tendones y ligamentos.
Son los cánceres que tienen su origen en las células que comprenden los tejidos que producen la sangre en la médula ósea; es básicamente un cáncer en las células sanguíneas, caracterizado por la alta presencia de glóbulos blancos anormales que se trasladan en el torrente sanguíneo a través de todo el cuerpo, dificultando la circulación de oxígeno en los tejidos.
Este tipo de cáncer comienza en los linfositos, aquellos glóbulos blancos que forman parte del sistema inmunológico y combaten las infecciones y enfermedades. Los linfomas pueden surgir en cualquier parte del cuerpo, y termina alojándose en el tejido linfático
Este cáncer se origina en las células plasmáticas, otro tipo de células que forman parte del sistema inmunitario y se encargan de combatir infecciones y enfermedades. En este caso, las células plasmáticas anormales se multiplican con rapidez y terminan alojándose en la médula ósea, lo que termina generando tumores en los huesos y tejidos blandos.
Los melanomas son aquellos tipos de cáncer que se forman en las células que se convierten en melanocitos, sustancias encargadas de la producción de melanina. Por este motivo, la mayoría de los melanomas terminan formándose en la piel, así como en otros tejidos que tienen algún tipo de pigmentación, como lo son los ojos.
Tal como su nombre lo indica, estos tipos de cánceres son los que se originan a través de tumores que aparecen en el cerebro y la médula espinal. En el caso de los tumores cerebrales, algunos pueden ser malignos o cancerosos, pero otros también pueden ser benignos o no cancerosos, aunque en muchas oportunidades es necesario que sean extirpados porque representan igual un peligro en el funcionamiento del cerebro.
Cuando a una persona se le detecta algún tipo de cáncer, comienza por un nuevo proceso en su vida que se convierte prácticamente en una lucha por sobrevivir. La detección temprana puede significar una alta posibilidad de prevenir la mortalidad. La mayoría de los procedimientos terminan en diagnósticos por medio de una biopsia, cuya dificultad depende de la ubicación del tumor.
La detección temprana puede hacerse gracias al conocimiento que se tenga de los signos y síntomas de los diferentes tipos de cáncer, para luego hacer posible un tratamiento eficaz que permita superar la patología. Al momento de sospechar de cáncer, existe una serie de procedimientos médicos que permitirá la confirmación de la existencia de tumores cancerosos, así como el estado de avance de la enfermedad. Algunos de los procedimientos son los siguientes:
Asumir un diagnóstico de cáncer no siempre es fácil, por lo que se recomienda que exista en todo momento una buena comunicación entre médico y paciente, que le permita a este último sobrellevar la enfermedad de la manera más consciente posible y con responsabilidad. La compañía de personas de confianza y seres queridos que acompañen a las sesiones médicas podría servir de apoyo en los momentos más difíciles, para ayudar a subir el ánimo y trazar estrategias para superar las adversidades.
El tratamiento del cáncer cuenta con una serie de procedimientos médicos que varían en función del tipo de cáncer padecido por el paciente y el nivel de avanzado en el que se encuentre la enfermedad. Los avances en la medicina, las ciencias y la tecnología, permiten hoy en día que, con una detección temprana, los pacientes con cáncer puedan superar la enfermedad en la gran mayoría de los casos. Los tratamientos de cáncer sirven para erradicar la enfermedad y, en caso de ser crónica e incurable, para aliviar los síntomas, prolongar la supervivencia y garantizar una mejor calidad de vida al paciente.
La cirugía oncológica es básicamente el tratamiento más usual en aquellos casos en los que el cáncer se encuentre localizado en un solo lugar, sin haberse diseminado y que presentan un tumor de pequeño tamaño. El objetivo principal a través de este procedimiento es poder extraer de manera completa un tumor localizado en un área específica.
Además en muchos casos, la cirugía actúa de manera preventiva al permitir la extirpación de posibles lesiones que puedan derivan en un cáncer, así como también cumple funciones de diagnóstico en aquellos casos en los que sea necesaria la realización de biopsias.
Las complicaciones de carácter psicológico aparecen cuando el paciente sabe que pasará por alguna modificación de su imagen corporal a causa de la cirugía, como la que suele ocurrir en casos de amputación de los senos en mujeres que padecen cáncer de mamas. El miedo a la muerte durante la intervención quirúrgica y el temor al estigma social se hacen presentes, y se desarrollan síntomas de angustia, ansiedad y frustración, así como disminución en los niveles de autoestima.
La radioterapia es la técnica por medio de la cual se utilizan radiaciones ionizantes que alteran el material genético y permiten detener el diseminado de las células cancerígenas. En ocasiones, también puede ser utilizado para reducir el tamaño o incluso erradicar tumores localizados en zonas de difícil acceso, motivo por el cual no pueden ser tratados mediante cirugía.
Algunos de los efectos secundarios de la radioterapia son los siguientes:
Debido a que la radioterapia es una técnica utilizada mayormente en casos en los que otros procedimientos no surtieron efecto por diferentes razones, el paciente suele llenarse de incertidumbre y preocupaciones por no saber si será efectivo, por lo que se hacen presentes síntomas de ansiedad, miedo y tristeza.
La quimioterapia en sí es el uso de un conjunto de medicamentos que sirven para combatir el cáncer de diferentes maneras. En total son más de 100 los medicamentos que pueden ser utilizados en un tratamiento de quimioterapia, pero el médico responsable de este debe determinar cuáles son los que van a usarse específicamente, dependiendo en la etapa en la que se encuentre la enfermedad.
Los motivos por los cuales se usa la quimioterapia pueden comprender algunos de la siguiente lista:
La quimioterapia es un tratamiento altamente invasivo y causa la muerte de células dañinas y sanas por igual. Por este motivo, el organismo traviesa una larga lista de efectos secundarios con los cuales el paciente debe lidiar, manteniendo siempre la esperanza de que el esfuerzo por soportarlos termine en la superación de la enfermedad. Muchos de los efectos secundarios pueden ser los siguientes:
No hay manera de evitar los efectos secundarios de la quimioterapia, sin embargo, es seguro que no todas las personas los experimentan de la misma manera; de hecho, para muchos puede resultar hasta imperceptibles. La gravedad y duración de los mismos puede variar, algunas veces desapareciendo rápidamente al momento de terminar el tratamiento, así como pudiese suceder que se mantienen activos durante un largo periodo de tiempo. De cualquier forma, es recomendable seguir las siguientes indicaciones para reducir el malestar generado:
La quimioterapia despierta en los pacientes un gran temor por el efecto de los agentes quimioterapéuticos, sentimientos de ansiedad, tristeza y depresión que, combinados precisamente con los efectos secundarios, generan irritabilidad, cambios de humor, somnolencia, confusiones, delirios, alucinaciones y demás reacciones psicopatológicas que irremediablemente necesitarán de la asesoría de especialistas en salud mental.
Sin duda alguna un diagnóstico de cáncer es perturbador para cualquier persona en todo sentido, pero al ser una enfermedad tan grave que ataca a cualquier edad, cuando su diagnóstico es realizado en niños, el efecto psicológico es aún mayor. Lamentablemente los niños no escapan a la posibilidad de ser diagnosticados con cáncer, y en estos casos la situación debe ser sobrellevada de forma especial.
El cáncer en los niños debe ser tratado de manera diferente a como lo es en los adultos, de hecho, existe una especialidad médica que se encarga de tratar este diagnóstico específico en los niños, llamada oncología pediátrica. De igual forma, la cantidad de niños que superan el cáncer es cada vez mayor, gracias a los avances de la medicina y la tecnología.
Es importante mencionar que el primer avistamiento de esta patología en los niños es igual o más complicado de determinar que en los adultos, porque los síntomas en los infantes suelen ser menos graves. Las complicaciones surgen porque los síntomas son asociados a otras enfermedades que, en dichas circunstancias, no necesitarían de mayores cuidados, por lo que una oportuna evaluación médica para descartar o confirmar el cáncer podría representar la salvación del niño. La existencia de centros oncológicos infantiles permite el tratamiento adecuado y especializado de los niños con cáncer, y suelen albergar a pacientes hasta los 20 años de edad.
Por lo general, la aplicación de los tratamientos es diferente a la de los adultos, debido a que los efectos secundarios suelen ser mucho más agresivos en los infantes porque sus cuerpos aún se encuentran en crecimiento y son menos tolerantes a los cambios celulares. Por este motivo, los médicos deben tener una estricta vigilancia a sus pacientes, para poder atender cualquier complicación que surja durante el tratamiento, así como realizar las sugerencias pertinentes a fin de neutralizar lo máximo posible la aparición de efectos secundarios.
Adicionalmente, el tratamiento contra el cáncer en los niños puede afectar severamente su crecimiento. A veces, esta situación origina la aparición de efectos tardíos, que son aquellos efectos que no aparecieron durante o después del tratamiento, sino que lo hicieron al pasar varios años. Es por esto que los pacientes de cáncer infantil necesitan tener un seguimiento durante toda su vida.
El apoyo de familiares es indispensable. Por lo general los niños son más débiles mentalmente, aunque en ocasiones se les hace más fácil sortear los embates de la enfermedad a causa de su inocencia. De cualquier modo el acompañamiento de sus seres queridos le ayudará a sentirse protegidos. La mayoría de las veces, los niños con cáncer no abandonan sus actividades habituales una vez son diagnosticados e inician un tratamiento; por lo general no dejan de ir a la escuela, pero es necesario en todo momento seguir las recomendaciones dadas por el equipo médico para evitar las complicaciones relacionadas a efectos secundarios. La buena noticia es que la mayoría de los niños con cáncer superan la enfermedad si es diagnosticada a tiempo, lo que les garantiza pasar el resto de sus vidas de forma normal y alegre, aunque con el seguimiento médico respectivo.
Al recibir la noticia de que se padece de cáncer, ninguna persona está realmente preparada para algo así. Además del deterioro físico por el que todo paciente pasa, también existe un deterioro mental y psicológico que de igual manera puede variar en cada paciente, pero que sin duda pasa a formar parte del estado en el que se encuentra.
La mayoría de los pacientes suelen atravesar los mismos pensamientos y sentimientos cruzados al padecer de cáncer. El agobio, el miedo, la tristeza y la depresión pasan a formar parte del día a día. Esto suele suceder, en primera instancia, por la incertidumbre de lo que va a pasar. Las ideas del dolor y la muerte se enclavan de forma permanente en la imaginación y resulta muy complicado poder deshacerse de ellas.
La ira también puede hacerse presente. Esta es una respuesta natural al miedo que se siente, y a la impotencia de no saber por qué puede estarle sucediendo eso a la persona diagnosticada con la patología. La preocupación por lo que será de su vida gira en torno a la incertidumbre; la rutina se modificará invariablemente, porque ahora el tiempo destinado a los tratamientos debe ser atendido estrictamente.
Todo paciente de cáncer sufre de estrés y ansiedad. De allí que comience a sufrir de taquicardias, dolores de cabeza o dolores musculares, falta de apetito, o más bien ganas de comer en exceso, aumenta la frecuencia de los malestares estomacales y el cuerpo se debilita; sufre de insomnio, le resulta difícil o casi imposible concentrarse y un perenne sentimiento de tristeza le impide demostrar sus sentimientos con fluidez. En muchos casos, no es de extrañar que aparezcan pensamientos suicidas.
En fin, los signos emocionales son muchísimos y pueden manifestarse en diferentes niveles y momentos de la enfermedad. Por lo general, si algún signo de estos sucede durante un periodo de tiempo mayor a dos semanas, lo recomendable es acudir a un especialista que pueda guiar al paciente a otro tratamiento de carácter psicológico que le permita sobrellevar la enfermedad.
Para poder enfrentar el cáncer más allá de los síntomas físicos, lo primero es pasar por una etapa de aceptación. Esta enfermedad requiere que el paciente esté en todo momento consciente de lo que está viviendo, porque sólo así se podrá permitir enfrentar cada momento de su vida sabiendo perfectamente lo que es capaz de hacer y lo que no. En este sentido, si el paciente se siente en la capacidad de poder seguir realizando alguna de las actividades de su rutina, como por ejemplo ir al trabajo, lo más recomendable es que lo haga. Esto le va a permitir seguir sintiéndose útil, aspecto de más importante para continuar haciendo las actividades que venía realizando antes de su diagnóstico.
Adicionalmente es importante señalar que siempre se puede ir más allá de lo habitual. Si existen actividades que el paciente desee realizar, mientras su condición física se lo permita, puede intentarlo, sabiendo y conociendo los límites a los que está sometido, esto para evitar la aparición repentina de cualquier sentimiento de culpa o inferioridad.
Una alternativa para enfrentar la enfermedad sin escapar de la rutina diaria es conseguir realizar actividades que sean divertidas. El humor y la risa siempre son una medicina para hacer frente a cualquier situación, por lo que realizar actividades que estimulen el buen humor representa una solución efectiva. También participar en actividades físicas mejora la energía tanto física como mental.
Pero el sobrellevar la enfermedad no termina con el tratamiento. Una vez que se ha superado la enfermedad, las reacciones no siempre son del todo positivas. Así como se puede sentir ánimo y entusiasmo, hay quienes comienzan a sufrir de estrés, a pesar del alivio. Lo más importante es tener la capacidad de volver a tener una vida normal, comenzar a tomar decisiones saludables, gozar de una alimentación sana y balanceada y procurar mantener una buena salud emocional en general.
Todo proceso de adaptación al cáncer es complicado, pero se debe tener la fortaleza y entereza necesarias para asumir la realidad. Es recomendable hablar sobre el tema, ya sea con familiares, amigos, su propio médico y especialistas en circunstancias de carácter mental. Los cambios en la situación de vida no afectan únicamente al paciente sino también a su entorno: familiares, amigos, compañeros de estudio o trabajo. También puede ser recomendable acudir a grupos de apoyo, que se encuentran conformados por otros pacientes de cáncer y personas que ya han superado la enfermedad; conocer otras historias pueden servir como fuente de inspiración para seguir adelante.
Muchos pacientes con cáncer desarrollan otras patologías de carácter psicológico debido al peso que significa vivir con una enfermedad que tantas preocupaciones genera en la humanidad. Entre estos se pueden encontrar varios trastornos psicopatológicos como ansiedad, depresión y síntomas de malestar emocional, que pueden alcanzar hasta un 33 % de prevalencia. Sin embargo en muchos casos estos síntomas son difíciles de notar con exactitud porque suelen atribuirse a efectos propios del tratamiento contra el cáncer, que se manifiestan como respuestas emocionales, mas no como alertas de un trastorno psicológico en desarrollo.
Estás situaciones hacen que el cáncer sea una enfermedad aun más compleja. Siendo necesaria una intervención psicológica, surge la posibilidad y recomendación de hacer uso de la psicooncología, especialidad médica que se encarga del abordaje de la enfermedad desde el punto de vista de la psicología clínica, de manera que se pueda brindar asistencia psicológica a los pacientes con cáncer, a sus familiares e incluso al personal médico que los atiende, para así poder garantizar una mejor calidad de vida mientras prevalezca la situación.
Por medio de la psicooncología se garantiza un acompañamiento pleno de los pacientes, brindando un poco de apoyo, orientación y comprensión de la enfermedad. Los psicooncólogos son profesionales especializados en poder atender en términos emocionales a las personas afectadas con cáncer.
La psicooncología actúa sobre diversos factores psicosociales que varían según las condiciones de cada paciente, que pueden comprender las siguientes metas:
La intervención psicológica en pacientes con cáncer atraviesa varias etapas que generalmente acompañan al paciente durante la evolución de la enfermedad de principio a fin. No existen variantes según el tipo de cáncer porque los trastornos psicológicos, aunque no son iguales en todos los pacientes, prácticamente pueden ser abordados con el mismo método, quedando a discreción del terapeuta las modificaciones y consideraciones que deba hacer en cada caso individual; es por esto que el seguimiento debe ser constante, porque es necesario saber y estar conscientes de cómo y cuándo actuar.
También suele ser necesario un seguimiento después de la remisión. Esto ocurre debido a que durante el tiempo que fue necesario el tratamiento oncológico, el seguimiento por parte de un psicooncólogo permitió a los pacientes obtener respuestas de cómo actuar en determinados momentos y ante diversas situaciones. Esta relación de dependencia que se pierde tras la remisión, no siempre deriva en la total independencia; los pacientes pueden sentirse solos y sin saber qué hacer, a pesar de haber superado la enfermedad.
Las fases de la intervención psicológica en casos de cáncer son las siguientes:
1. Fase de diagnóstico
Esta fase comienza desde el mismo momento que el paciente conoce su diagnóstico de cáncer. A partir de ese instante surgen miles de interrogantes, además de sentimientos de ansiedad y depresión. La cercanía con la muerte se hace una realidad que no se tenía en cuenta como algo que sucedería pronto, y todo alrededor se convierte en un mar de dudas.
En esta etapa el paciente necesita ser informado sobre todo lo pertinente a la enfermedad. Al mismo tiempo, sus familiares y miembros de su entorno también requieren conocer cómo pueden actuar para ayudar al afectado. Por este motivo la psicooncología debe comenzar a actuar desde esta etapa, a fin de brindar la orientación necesaria.
La adecuada comunicación entre médico y paciente es vital, porque esto permitirá un fluido desahogo y mejor aceptación de lo que está sucediendo, así como hacerle entender al enfermo que las posibilidades de supervivencia existen si se siguen todas las indicaciones médicas, por lo que no debe perder la esperanza y luchar por su vida en todo momento.
Durante esta fase se persiguen los siguientes objetivos específicos:
2. Fase de tratamiento oncológico
En esta etapa el paciente suele sentirse más tranquilo porque, tras superar la fase de diagnóstico, siente que se le presta más atención, lo que aumenta su confianza. Sin embargo, lo que complica la superación en esta fase es el impacto de los efectos secundarios generados por los tratamientos médicos. Aunque dichos efectos nunca son iguales en todos los pacientes, siempre van a tener una incidencia que seguramente será difícil de sobrellevar, por lo que la ayuda en esta etapa es necesaria para ayudar al paciente a aceptar y convivir con los cambios que vayan ocurriendo.
Durante el tratamiento oncológico es habitual que surjan síntomas como mareos y náuseas, al igual que se manifiestan sentimientos de frustración, miedo, ansiedad y depresión que ameriten atención psicológica.
Es también recomendable atender las emociones del paciente en relación a las actividades que desempeñaba antes de tener la enfermedad. Por lo general, esta etapa es óptima para evaluar sus niveles de satisfacción con su rutina, y establecer así si desea seguir con esa vida o aplicar cambios cuando supere la enfermedad, como estímulo para sentir los ánimos necesarios para seguir adelante.
Es esta fase se persiguen los siguientes objetivos específicos:
3. Fase libre de la enfermedad o de remisión
Esta etapa ocurre cuando se ha terminado el tratamiento médico y se ha superado la enfermedad. Suele ocurrir que el paciente y familiares desarrollan un miedo, además justificado, a una recurrencia de la enfermedad en el futuro. Por este motivo la falta de seguimiento por parte de los especialistas generan dudas acerca de lo que pudiera ocurrir, y esto requiere especial atención psicológica. En este mismo sentido, los pacientes que ahora se ven solos nuevamente porque ya no cuentan con seguimiento médico, comienzan a desarrollar inseguridades en torno a no saber cómo actuar.
También sucede que la reincorporación a la vida activa se dificulta por el cambio de valores y el modo de ver la vida que los pacientes tuvieron con la enfermedad. Suele generarse un duelo por creer que han perdido todo lo que eran antes y deben volver a empezar, con nuevas metas y objetivos, por lo que la ayuda para adaptarse a una nueva rutina se hace necesaria.
Durante esta etapa se persiguen los siguientes objetivos:
4. Fase de recaída o recidiva
En esta fase de diagnóstico de una recurrencia del cáncer, los sentimientos de abatimiento, angustia y agonía suelen ser mayores que los de un primer diagnóstico. Los pacientes experimentas sentimientos de rabia y frustración por tener que volver a atravesar una situación que tanto dolor les ha causado y tanto les costó superar. Adicionalmente, los pacientes suelen recriminar muy fuertemente a sus médicos, por creerlos responsables de la recurrencia por administrar un tratamiento que no surtió ningún efecto.
El acompañamiento profesional es aún más importante en esta etapa. Aunque muchos pacientes piensan que si pudieron superar la enfermedad una vez, podrán hacerlo nuevamente, muchos otros no se sienten capaces de volver a hacerlo, lo que genera una sensación de abatimiento enorme, así que el tratamiento psicológico debe orientarse a recuperar las ganas perdidas de luchar por su vida.
Los objetivos en esta etapa son los siguientes:
5. Fase de enfermedad avanzada
Esta etapa llega cuando los daños en el organismo son irreversibles y se confirma que no hay salvación; aunque el paciente aún se encuentra con buenas capacidades para desempeñar sus actividades cotidianas con relativa normalidad. Sin embargo, los pacientes comienzan a sentir una gran desesperanza y se resignan a esperar pacientemente la muerte, por lo que se dedican a revisar cada aspecto de sus vidas llegando casi siempre a caer en fuertes sentimientos de frustración y depresión.
El tratamiento psicológico en esta etapa debe ser orientado a hacerle entender a la persona que es alguien valioso y no una carga, a pesar de su enfermedad, de modo que no pierda la valoración que tiene a sí mismo, así como aprender a manejar el miedo y hacerle sentir que es capaz de manejar el sufrimiento que se avecina en la siguiente etapa.
6. Fase de agonía, terminal o de final de la vida
La muerte es inminente en esta etapa y el acompañamiento de los familiares es lo más importante. A esta altura ya nada se puede hacer por curar al paciente y su agonía es muy difícil, porque el deterioro de su cuerpo es muy marcado, lo cual resulta angustiante y doloroso. La fortaleza mental del paciente y sus familiares debe ser reforzada al máximo mientras llega la muerte, con la idea de poder combatir el dolor tanto físico como mental.
El tratamiento psicológico en esta etapa se enfoca en los siguientes objetivos:
Cuando el paciente muere, los familiares que le han acompañado durante el periodo de enfermedad, que en algunos casos se ha extendido durante años, atraviesan por un proceso de duelo en el que seguramente necesitarán asistencia psicológica para afrontar esta situación.
La orientación debe ir enfocada en hacer entender que, a pesar de la ausencia física, el familiar fallecido siempre se encontrará presente, de manera espiritual, en el recuerdo de cada quien. Por lo general los grupos de apoyo integrados por otros familiares de fallecidos ayuda a recuperar la confianza y controlar los síntomas de ansiedad y depresión.
La psicooncología ofrece dos tipos de procedimientos terapéuticos que se pueden aplicar para facilitar la aplicación de las terapias en cada una de las etapas de la enfermedad. La efectividad de cada uno de estos procedimientos varía según el modo de ver la enfermedad por el paciente y sus familiares, así como la ejecución de los mismos:
1. Terapia individual o Terapia Psicológica Adyuvante (TPA): Tiene el objetivo de supervisar los problemas psicopatológicos que se presentan tanto en el paciente enfermo de cáncer como en los familiares que le acompañan en todo momento. Estos problemas por lo general surgen tanto por el diagnóstico de la enfermedad como durante el tratamiento y suelen generar sentimientos encontrados, que el especialista debe abordar de manera individual para ayudarles a superarlos.
2. Terapia Grupal: El encuentro por parte del paciente con otras personas que atraviesan por su mismo problema es una manera de reforzar la seguridad en sí mismo debido a que comienza a darse cuenta de que no es la única persona que pasa por ese sufrimiento. Por medio de este tipo de terapia, las personas pueden conocer otras experiencias y lo que hacen otros enfermos para combatir los efectos del cáncer, así como manejar los problemas psicopatológicos que van surgiendo con su evolución.
Los siguientes consejos permiten garantizar una vida sana y ayudan a reducir los riesgos de cáncer:
Adicionalmente es recomendable realizar exámenes médicos preventivos con frecuencia, como lo son las mamografías o colonoscopias. Estos o cualquier otro procedimiento que permita la detección temprana de algún tipo de cáncer permitirá aplicar el tratamiento adecuado y a tiempo en caso de la aparición de tumores cancerosos. En todo caso, lo más importante es estar conscientes de que cualquier persona puede ser víctima de esta del cáncer en cualquier momento de sus vidas, y saber afrontarlo con actitudes positivas y responsabilidad es vital.
Psicólogos y psicoterapeutas en Venezuela expertos en psicooncología