Las personas en el mundo entero están propensas a experimentar miedos de todo tipo. Esta condición suele ser absolutamente normal ya que se trata de una reacción ante cualquier estímulo, real o imaginario, que les haga sentir que están en una situación de peligro. Esta reacción, principalmente física, prepara al cuerpo para huir o defenderse de dicho peligro, pudiendo generar una aceleración de las pulsaciones, tensión muscular, erizamiento de la piel, etc.
Básicamente es normal sentir miedo. Un ejemplo infalible es el que sentimos cuando vemos una película de terror; sea real o imaginaria, la sensación de peligro generada es interpretada por el cerebro como verdadera. Sin embargo, existen miedos que se consideran irracionales, exagerados o incluso absurdos que afectan la vida cotidiana de quienes lo experimentan porque eventualmente se tornan incontrolables. En estos casos se puede hablar de que la persona tiene una fobia.
Una fobia es un trastorno de salud emocional y psicológica bastante frecuente, padecida por un 5 % a 10 % de la población mundial, estadística que la hace la patología psiquiátrica más común como cuadro específico, que se manifiesta a través de un miedo muy intenso y realmente desproporcionada ante objetos o situaciones concretas. La simple presencia de un pequeño insecto en la pared, o encontrarse en lugares encerrados, situaciones que normalmente no significan peligro alguno, puede desencadenar, en las personas que sufren entomofobia o claustrofobia en estos casos, reacciones exageradas por “escapar” de lo eso que consideran un peligro real.
Pero la fobia no siempre se trata de un miedo irracional. En ocasiones una fobia puede manifestarse como un sentimiento de rechazo u odio hacia algo que pudiera generar algún tipo de problemas emocionales, o inclusive sociales y políticos. En este sentido se puede hablar, por ejemplo, de la xenofobia, que es el odio y rechazo a los extranjeros, o la homofobia, todo acto de rechazo hacia la comunidad LBGT (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales).
Una fobia también puede ser conocida como un trastorno de ansiedad. Se manifiesta cuando sentimos un temor muy fuerte ante algo que en realidad no representa peligro real. Cuando la persona es expuesta al objeto que produce el miedo, la persona puede sentirse extremadamente ansiosa. Si por algún motivo no pueden evitar lo que les provoca el miedo, estas pueden tener alguno de los siguientes síntomas:
Ya hemos dicho que es muy normal sentir miedo ante alguna situación de peligro real, pero existe el gran problema de no saber diferencia el miedo de una fobia; en muchas ocasiones esta diferencia depende de una cuestión de actitudes.
Un joven puede sentir miedo al conducir un vehículo por primera vez, o cuando va a presentar un examen muy importante en la escuela. Una madre primeriza se atemoriza durante sus labores de parto. Estos ejemplos son reflejo de miedos reales e incluso cotidianos. Pero puede darse el caso de que un hombre adulto no pueda siquiera ver una foto de un payaso, o sienta la imperiosa necesidad de alejarse rápidamente cuando ve una inofensiva cucaracha.
Aquí es cuando nos damos cuenta de cuánto miedo podemos sentir hacia algo en particular. El 95 % de las personas se siente levemente ansioso cuando deben abordar un avión, pero si esta sensación comienza con insomnio, sudoración excesiva y temblores al solo pensar en ese viaje que sucederá dentro de tres meses, no se trata de un simple miedo a volar.
Igual les sucede a aquellas personas que prefieren tomar otra ruta antes de conducir a través de un túnel, o a aquellos que suben y bajan por las escaleras, sin importar el número de pisos, con tal de no entrar a un ascensor. Sin duda alguna este tipo de evasiones puede interferir con el trabajo y la vida social.
Existen muchos tipos de fobias, pero se hace más fácil entenderlas cuando se clasifican en dos: fobias específicas y fobias sociales.
Un individuo puede desarrollar una fobia ante virtualmente cualquier cosa. Sabiendo que son numerosas las cosas, objetos o situaciones que actúan como detonantes del miedo, las fobias puede clasificarse en diversos subtipos.
Curiosamente la incidencia de las fobias depende en gran medida del sexo de las personas. Las mujeres suelen tener más fobias que los hombres, por lo general en mayor medida de subtipo animal o situacional, mientras que la incidencia en los hombres es mayor cuando el subtipo es de sangre-inyecciones-daño, siendo igual a las mujeres.
Al igual que los adultos, es muy normal que los niños experimenten muchos miedos a lo largo de las diferentes etapas de su infancia. Estos miedos se convierten en fobias manifestándose los mismos síntomas de ansiedad incontrolable ante un estímulo determinado. La diferencia radica en que, mientras un adulto logra darse cuenta de que su temor es infundado, aunque no logren controlarlo, los niños más pequeños viven el objeto de sus miedos como amenazas o peligros reales.
Suele ser un comportamiento normal que los bebés tiendan a sentir miedo ante ruidos muy fuertes o movimientos repentinos y que a medida que van creciendo van experimentando otros temores: la oscuridad, el monstruo debajo de la cama o en el armario, y en algún momento comienzan a comprender el miedo a la muerte; lo normal es que estos temores vaya desapareciendo conforme el niño madura.
Es importante tener en cuenta además que la mayoría de las fobias se originan en la infancia, principalmente entre los 6 y los 12 años. Por lo general los niños terminan sobreponiéndose a sus temores, lo cual indica que no siempre las fobias que aparecen en edad infantil permanecen en la adultez. Por este motivo las fobias en los niños no deberían ser motivo de preocupación, siempre y cuando no interfiera en la vida cotidiana de los chicos.
Los tratamientos para superar las fobias consisten más que todo en apoyo terapéutico para ayudar al paciente a desempeñarse de forma efectiva, aunque en algunos casos se recomienda el uso de ansiolíticos y antidepresivos para aliviar los síntomas.
Una técnica muy utilizada es la desensibilización sistémica, en la que se le pide al paciente relajarse lo más posible y luego imaginar los componentes de la fobia, así como también es muy efectiva en muchos casos la exposición gradual al objeto o situación de la vida real que causa el miedo, técnica que usualmente ayuda a superarlo.
Adicionalmente se recomienda otras actividades que ayudan a recobrar la vida normal del paciente, como:
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