La adopción es el proceso jurídico mediante el cual una persona o pareja adquiere la titularidad y custodia de la crianza de un menor de edad en condición de orfandad. Pueden ser muchos los motivos por los cuales un niño o adolescente es separado de sus padres biológicos, ya sea por abandono, dificultades para criarlo o inclusive por la muerte de estos, lo cual produce el surgimiento de una etapa de duelo en ellos. Por este motivo la adopción representa una alternativa para ofrecerles un hogar junto a una familia estable.
Por otra parte, el deseo de la gran mayoría de las parejas es tener un hijo, el cual a veces no puede ser concretado de forma natural, causando graves sentimientos de dolor, frustración y ansiedad. Es por esto que la adopción representa una opción idónea al momento de formar una familia, siendo este el medio que les permite la oportunidad de brindar amor y protección a un niño al poder crecer en un hogar feliz.
En Venezuela el proceso de adopción es coordinado por el Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (IDENA), institución encargada de servir de enlace entre los solicitantes y los centros de adopción. El único requisito para adoptar a un niño es que el solicitante (de forma individual) o los solicitantes (cuando lo realiza una pareja estable) es que sea mayor de 25 años de edad, además si el solicitante es extranjero, debe tener al menos un año de residencia en el país.
La adopción tiene una variedad de formas que se clasifica según cómo se lleva el proceso hasta su culminación, aunque en Venezuela sólo se considera la adopción plena con algunas variantes, así como la adopción internacional:
Adopción plena: La concesión de la titularidad sobre el niño es total. Los hijos adoptados comienzan a pertenecer de manera completa a su familia adoptiva y los padres biológicos pasan a perder absolutamente todos los derechos sobre ellos. La única excepción a esta regla ocurre si el adoptante es cónyuge del padre o madre biológica del adoptado, proceso denominado adopción de padrastro o madrastra. También existe la adopción relacionada, cuando un pariente de los padres biológicos adopta legalmente a su hijo.
Adopción internacional: Ocurre cuando una persona o pareja desea adoptar a un niño nacido en otro país. La adopción internacional representa un proceso largo y complicado ya que los padres adoptantes deben cumplir con una serie de requisitos en el país donde desean adoptar, además de que los pocos países que aceptan este tipo de adopción imponen una serie de condiciones y exigencias que dificultan la solicitud.
Además de estas modalidades, en otros países también se contemplan otras formas de adopción, como la adopción simple, en la cual el contrato de adopción puede ser revocable en cualquier momento, incluso por el mismo adoptado una vez haya cumplido la mayoría de edad. También se contemplan procesos en los que los padres biológicos y los padres adoptantes se conocen y entran en contacto antes, durante y hasta después de culminar el proceso de adopción, como lo son la adopción abierta o la semiabierta.
El caso más difícil de concretar se presenta cuando se desea realizar una adopción homoparental, es decir, la adopción de niños realizada por parejas gais. En Venezuela esto está prohibido, cuando ni siquiera está permitido el matrimonio entre personas del mismo sexo, y en donde influyen distintos factores relacionados al desarrollo sexual, la religión, la política, etc.
Cuando una persona o pareja decide adoptar un bebé, esta es sin duda una decisión trascendental, pero que viene impulsada en la totalidad de los casos por una causa: no pueden tener hijos debido a la infertilidad.
La decisión de tener hijos obedece, principalmente, a factores biológicos y genéticos, esa necesidad que tienen todos los seres humanos por reproducirse. En esa misma instancia, a los hombres lo que más les preocupa es saber si son capaces de procrear, así como el anhelo de las mujeres es poder disfrutar de su embarazo; ambos factores están vinculados directamente a lo primero, por lo cual la preocupación de cada uno se convierte en la preocupación de ambos y todo comienza por afrontar el problema como una pérdida, lo que conlleva a un profundo duelo.
Este primer factor de no poder tener hijos comienza a causar sentimientos de alta frustración, depresión, baja autoestima y culpabilidad. A veces es posible que las relaciones de pareja se debiliten debido a la falta de comprensión mutua y responsabilizar a la otra persona por su incapacidad.
Cuando el factor detonante de no poder tener hijos es superado, viene la gran decisión. En primera instancia la interrogante a responder es si esta solución podría satisfacer las necesidades biológicas mencionadas anteriormente. Sentir ansiedad es inevitable por esta causa, primero por la duda sobre si serán capaces de conseguir al hijo ideal, y también si serán capaces de poder criar con éxito a un hijo que no fue concebido por ellos mismos.
En este momento se añade una preocupación más: el proceso de adopción nunca es fácil. Son muchos los obstáculos que pueden presentarse, comenzando por todo el papeleo que es requerido para tal fin, pasando por no poder encontrar una opción basada en sus expectativas o toparse con interminables listas de espera; todo este proceso se complica aún más cuando se desea realizar una adopción internacional, porque se suman las dificultades relacionadas a los requisitos solicitados en el país donde se ha hecho la solicitud. Todos estos impedimentos ocasionan que el proceso de adopción se extienda durante años inclusive, lo cual puede tornarse insoportable.
Esta situación de espera puede hacerse más larga de lo inicialmente planteado. En el caso de las parejas en espera, la convivencia se convierte en una bomba de tiempo porque en cualquier momento pueden salir a relucir los sentimientos de alguno de ellos en contra del otro, esos mismos que ya fueron posiblemente superados al principio. Las susceptibilidades están a flor de piel y aparece el riesgo de infidelidades o divorcios.
Cuando la solicitud es individual, la sensación de soledad se hace presente y la ansiedad es mayor, por no poder contar con alguien a su lado que le asista en la espera. Es por esto que el acompañamiento de familiares se vuelve vital, ya que es una forma de reducir los niveles de sensación de soledad que sufre la persona.
La paciencia es la clave al momento de atravesar un proceso de adopción, que debe ser reforzado con la confianza y el pensamiento positivo de que todo va a salir bien.
Cuando el proceso de adopción comienza a tornarse complicado, no es nada descartable buscar ayuda profesional en el ámbito psicológico. En cualquier momento del proceso de adopción, tanto de manera individual como en pareja, la terapia de familia es una alternativa ideal para ayudar a los afectados a superar satisfactoriamente la situación.
La terapia de familia es una especialidad de la psicoterapia que persigue evaluar a cada miembro de la familia como un ente vital de la misma, en la que todos representan un elemento importante y cuyas acciones determinan la estabilidad del grupo. El terapeuta tiene el trabajo de conocer a fondo la posición de cada integrante y plantear diversas soluciones que conlleven a puntos de encuentro y la posterior solución de los conflictos. Queda por parte de la pericia del profesional poder ayudar a superar con éxito los problemas y modificar la dinámica familiar para que esto sea posible.
La superación del duelo a causa de la infertilidad es uno de los primeros aspectos a ser abordados por la terapia familiar. La pareja debe enfrentarse a una realidad en la que cada uno debe internalizar su responsabilidad para consigo mismo y para con la otra persona, con la intención de aceptar que en este caso el problema es cosa de dos, y que debe ser superado como tal.
Ambos miembros de la pareja se enfrentan a una situación complicada. El miembro infértil debe aceptar su incapacidad de tener hijos y entender que no debe culparse ni reprocharse por ello, mientras que el miembro fértil deberá de alguna manera sacrificarse a sí mismo con la intención de compensar la situación y salvar la relación.
Cuando se ha superado el trauma por la infertilidad, ahora toca asumir lo que representa la espera por el proceso de adopción. Primeramente se debe evaluar si esta opción es realmente lo que se desea ante la imposibilidad de tener hijos propios y no representa una salida desesperada a esa situación, que termine convirtiéndose en un problema mayor más adelante.
Una vez la decisión es confirmada, el terapeuta debe seguir haciendo seguimiento a la pareja a menudo que va avanzando el proceso. Las innumerables trabas que se consiguen en el camino pueden fácilmente representar un motivo más para querer abandonar la carrera. Los ejercicios de autoestima o para controlar la ansiedad, así como la motivación por hacerlos permanecer juntos, son las tareas más complicada de lograr, pero alcanzables cuando se lo proponen de verdad.
Al final del camino, cuando se concreta la adopción, queda un reto más, y es que las ansias de un encuentro entre padres e hijos adoptivos permanezcan intactas, lo suficiente como para darle una merecida bienvenida al nuevo miembro de la familia. Este último paso es de suma importancia porque representa la culminación de una etapa muy complicada y el comienzo de una nueva, que debe ser iniciada con mucha esperanza, optimismo y amor.
En los casos en que el proceso de adopción sea llevado de manera individual, el seguimiento por parte de un terapeuta familiar también puede ser recomendable, principalmente porque la formación clínica de base del especialista es igual a la de cualquier otro terapeuta. Además, muchos de los elementos de la familia pueden ser trasladados a una sola persona y ser tratados de manera individual, pasando por cada una de las etapas descritas y logrando al final el levantamiento del autoestima y una buena integración del hijo adoptivo con su nuevo padre o madre, así como con el resto de los integrantes de su familia.
Los padres no son los únicos en afrontar dificultades al momento de atravesar un proceso de adopción. La otra cara de la moneda la representan los niños y adolescentes que son adoptados. Ellos igualmente pasan por varias etapas que abarcan el duelo, la frustración, la soledad, la incertidumbre y la ansiedad, que los padres adoptivos deben aprender a manejar para contribuir en la salud mental de su nuevo hijo, siendo en muchos casos necesaria la aplicación de la psicología en los niños adoptados.
Todos los niños adoptados, que conozca su condición, comienzan en algún momento de sus vidas a hacerse preguntas sobre su origen. Inclusive, estas interrogantes podrían presentarse cuando son adultos, y generalmente llegan a la pregunta que define este trauma: ¿por qué mi familia biológica me abandonó?
El impacto por el abandono queda grabado en las redes neuronales del hipocampo, motivo por el cual las percepciones y sensaciones del presente acentúan el dolor que se haya sentido en el pasado. El trauma por abandono produce en la persona inseguridad, baja autoestima y la creencia de que tenía algo malo y esta fue la causa de que su familia biológica lo abandonara, por lo que vive con la certeza de que cualquiera de las relaciones afectivas que ponga en marcha, inevitablemente llegarán a su fin en algún momento, y cada vez es más difícil establecer nuevas relaciones sociales e íntimas.
La terapia psicológica que debe aplicarse en estos casos ha de enfocarse en procurar que las emociones negativas producto de traumas del pasado sean superadas y ya no afecten el presente de la persona. Así, aunque no sea posible olvidar el hecho de no haber conocido sus orígenes, esto no sea un impedimento para disfrutar exitosamente del presente.
En vínculo afectivo de los niños adoptados suele ser demasiado frágil debido a que este se forma durante el primer año de vida, así que esa seguridad que ellos aprenden a reconocer en ese lapso no se desarrolla cuando han vivido la inestabilidad de instituciones o diferentes manos temporales que le dieron abrigo durante ese tiempo.
El reto de los padres adoptivos por crear un vínculo afectivo es enorme, ya que deben cumplir acciones que les permitan a los niños borrar ese pasado inestable que están apenas dejando atrás. La paciencia es valiosa, porque durante ese tiempo los niños suelen ser retadores y comienzan a manifestar llamados de atención, con la intención de comprobar que realmente cuentan con el amor incondicional de sus nuevos padres.
La inestabilidad durante los primeros momentos de sus vidas, ocasiona que los niños adoptados sufran en mayor medida dificultades de atención que les impida aprender a hablar, leer y escribir.
Cuando la adopción se realiza en edad escolar, los niños y adolescentes adoptados deben lidiar con una dificultad adicional. Además de los problemas de adaptación a un nuevo hogar y una nueva familia, se suma el hecho de llegar a una nueva escuela y enfrentarse a la realidad de convivir con compañeros, que además posiblemente en algún momento conocerán su condición de adoptado.
La adquisición de nuevos conocimientos deriva en el reto de poder mantener un rendimiento académico positivo, y los nuevos procesos de socialización deberían poder permitirle gozar de mayor facilidad para adaptarse, pero siempre está vigente la posibilidad de enfrentar problemas de comportamiento.
Es muy común observar en niños adoptados que durante sus edades tempranas tiendan a replicar actitudes y comportamientos negativos, así como actuar de manera agresiva, desobediente y desafiante ante ciertas situaciones.
Cuando un bebé es adoptado ilegalmente, en realidad no está siendo adoptado porque se convierte en una mercancía que a veces es cedida o, peor aún, vendida a un nuevo apoderado. Con este comienzo de una nueva vida sin el seguimiento legal correspondiente, viene implícito el hecho de que su propia identidad ya es una mentira.
La falta de datos sobre su identidad y su origen ocasiona fuertes sentimientos de angustia en el niño cuando este crece, lo cual podría desarrollar una inevitable desconfianza en sus padres por no saber si realmente fue deseado y los esfuerzos por brindarle amor fueron reales.
Además, en muchos casos la madre biológica conoce la ubicación de su hijo, y el riesgo de que los sentimientos de culpa se apoderen de ella y quiera recuperarlo en algún momento, desencadenando graves consecuencias psíquicas en todos los involucrados.
La mayoría de las veces la convivencia entre padres e hijos adoptivos llega a ser exitosa poniendo a prueba la confianza y el entusiasmo que todos los miembros de la familia le ponen al proceso de adaptación. Sin embargo, aunque a nivel mundial sólo un pequeño porcentaje de niños adoptados son devueltos, lamentablemente es una realidad que también muchas relaciones familiares fracasan y nadie se entera de eso.
Las siguientes son algunas recomendaciones para pertenecer a ese alto porcentaje de familias exitosas:
En la actualidad los especialistas recomiendan revelar la verdad a los hijos adoptivos sobre su origen. Si son adoptados cuando son bebés, difícilmente tendrán recuerdos sobre su pasado, pero a los tres años de edad comienzan a hacer preguntas y deben contar con respuestas honestas, aunque de manera progresiva y siempre con mucha naturalidad. Debe hacérsele entender que, aunque no proviene del vientre de su madre actual, siempre fue esperado con mucho amor. Lo mejor es revelar la verdad antes de los 6 años de edad y evitar a toda costa el acceso a la información a través de otros medios.
En el caso de los niños grandes, su pasado debe ser tratado con mucho respeto e identificarlo con recuerdos alegres, que le permitan formar una nueva personalidad basada en sentimientos positivos.
Psicólogos expertos en superar procesos de adopción y adaptación de niños al entorno familiar: