Desde hace mucho tiempo es bastante común observar ciertas actitudes en las personas, especialmente entre los adolescentes, con las que muestran una ansiedad y preocupación excesiva y desmedida por el aspecto físico y el peso corporal, que las obliga a conseguir una imagen perfecta distorsionada y totalmente no cónsona con la realidad mediante la alteración radical de la ingesta alimenticia. A este comportamiento se le conoce como Trastornos de la Conducta Alimentaria, o TCA.
Los TCA son considerados trastornos mentales caracterizados por comportamientos alimenticios extremos que van más allá de una simple dieta para perder peso o intentar hacer ejercicio físico todos los días. Estas alteraciones tienen como consecuencia problemas físicos y del comportamiento psicosocial del individuo; los problemas de salud pueden ser tan graves que podrían incluso causar la muerte.
Existen varios tipos de trastornos alimenticios, pero los más comunes son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, conocidos simplemente como anorexia y bulimia. Estos problemas son cada vez más frecuentes, sobre todo en los adolescentes y principalmente en la población femenina. El 2 % de las mujeres padece de anorexia y el 3 % de bulimia, aunque también se ha venido registrando un incremento en la población masculina con estos trastornos.
El que sean los adolescentes los más afectados no es casualidad. Generalmente el inicio de estos trastornos se da desde los 13 ó 14 años de edad hasta los 20. Durante este periodo de tiempo es común que los y las jóvenes comiencen a salir y conozcan a su primer amor, por lo que esto supone un inminente peligro de que comiencen a preocuparse de manera muy severa acerca de su apariencia física, arrastrando esta situación inclusive durante muchos años.
A este factor se suman otros de carácter social como la publicidad y los medios de comunicación. Sin querer, las campañas publicitarias y programas de televisión cuyo producto es el prototipo de belleza ideal son un detonante de estos trastornos en los adolescentes que buscan imitar esa conducta, gracias a la búsqueda de un modelo a seguir y el establecimiento de patrones que les indiquen lo que quieren ser más adelante. Es por esto que la familia tiene un peso muy importante en la detección de fallas en el comportamiento de los más jóvenes, de manera que constituyan una detección temprana para evitar futuras complicaciones con estas enfermedades.
La anorexia nerviosa se produce cuando la persona siente un gran temor a engordar, o por el contrario cuando experimenta un deseo irrefrenable por estar delgado. Básicamente siente la necesidad de perder peso sin importar cuánto ni por cuánto tiempo. El comportamiento por lo general tiende a ser el de sometimiento a dietas estrictas acompañadas de ejercicio físico muy estricto y, en la mayoría de los casos, conductas purgativas como vómitos autoinducidos, abuso de laxantes o uso de diuréticos tras consumir grandes cantidades de alimentos.
En enfermo por anorexia tiende a tener una imagen distorsionada del tamaño y forma de las partes de su cuerpo. Debido a esto nunca se va a sentir lo suficientemente delgado, va a rechazar su peso corporal en todo momento y tendrá una preocupación extrema por la dieta y su figura. Lo más importante a tener en cuenta es que la persona no suele estar consciente de la enfermedad, por lo que considera normal su actitud, lo que les causa una tendencia al conformismo, irresponsabilidad y una alta necesidad de aprobación, además de tener consecuencias nutricionales que pueden devenir en riesgos para su vida.
Por ser un problema que va más allá del adelgazamiento físico, no basta con la recuperación del peso perdido para recuperarse de la anorexia. El tratamiento, encabezado por una alimentación nutritiva, debe ir acompañado por terapia psiquiátrica. La guía de un médico clínico o un psicólogo es suficiente, pero en casos extremos es posible recurrir a la hospitalización del paciente.
Primeramente es necesario tener en cuenta que la anorexia en muchos casos es difícil de diagnosticar debido a la negación que el paciente tiene de admitir que tiene un problema, ya que la pérdida de peso es su objetivo y lo considera normal. Sin embargo, existen varias señales, tanto fisiológicas como psicológicas, que indican que una persona es anoréxica:
La bulimia nerviosa es otro TCA caracterizado por la ingesta deliberada y abusiva de grandes cantidades de alimentos en espacios de tiempo muy cortos, que el paciente no logra controlar de ninguna manera. Estos ataques de voracidad excesivos por lo general son acompañados por ayunos prolongados, vómitos inducidos o ejercicio físico excesivo para intentar compensar la sobrealimentación experimentada.
Las personas diagnosticadas con bulimia, un problema que afecta diez veces más a las mujeres que a los hombres, suelen sentir una adicción muy placentera y peligrosa hacia la comida. Por lo general experimentan un fuerte deseo de comer grandes cantidades de alimentos, principalmente comida chatarra, que suele hacerse de manera escondida y en secreto a causa de la vergüenza que sienten por ese comportamiento. Estos atracones son muy variados y se dan en varias ocasiones por días y durante varios días consecutivos, deteniéndose sólo cuando se sienten muy llenos, para volver a comer pasadas unas pocas horas. Cuando la sensación de saciedad se hace presente, el individuo reacciona realizando una alta carga de actividad física o recurriendo al vómito autoinducido y el uso de laxantes o diuréticos.
La bulimia es un problema que puede resultar muy peligroso por la alta ingesta de calorías, que puede elevarse desde las 5.000 hasta las 25.000 diarias, en los casos más extremos, resultando en graves problemas de salud. Incluso se sabe de personas que han fallecido por dilatación aguda del estómago.
Este trastorno alimenticio es considerado una enfermedad invisible porque puede pasar mucho tiempo sin que el entorno de quien la sufre lo perciba. A diferencia de la anorexia, en la que el paciente baja de peso exageradamente, el bulímico suele mantener un peso normal, por lo que nunca se notará el problema. Además, la bulimia puede darse a cualquier edad y reaparecer en diferentes momentos de la vida a causa de eventos traumáticos que induzcan al paciente a recurrir a la sobrealimentación para liberarse del estrés.
Al igual que la anorexia, la bulimia está marcada por una fuerte negación y secretismo, pero aún así existen una sería de criterios que llevan a sospechar de la presencia de esta enfermedad en una persona:
La anorexia y la bulimia no tienen unas causas orgánicas determinadas que den origen a estas enfermedades. Al parecer, todo se inicia por un tema de baja autoestima, motivado a las altas demandas familiares y de la sociedad; de alguna manera la dinámica de vida comienza a girar en torno a la cultura de la delgadez y la imagen física comienza a cobrar una alta importancia.
El rechazo social o el temor al fracaso por no tener una imagen acorde a lo que exige el entorno, lleva al individuo a tomar actitudes que atentan contra su salud al querer perder más peso del necesario y comenzar dietas estrictas que no son posibles seguirse en la realidad.
La bulimia y la anorexia pueden aparecer a cualquier edad, pero tienen un alto impacto sobretodo entre los 13 y 17 años, cuando aparecen los cambios físicos y emocionales propios de la adolescencia, además de las presiones académicas y por parte de los padres.
Los cambios físicos, especialmente en las mujeres, incluyen un aumento en su masa corporal. Esta situación genera miedo y ansiedad, especialmente por el temor de arrastrar este aumento durante años, lo cual impulsa al individuo a tomar medidas al respecto. Básicamente se siente obligado a bajar de peso a toda costa.
La anorexia y la bulimia son enfermedades médicas graves. Son muchos los trastornos y consecuencias tanto físicas como psicológicas que estas pueden generar, ocasionadas por un régimen alimenticio irregular a causa de una falsa percepción del aspecto del cuerpo.
Afortunadamente los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia pueden evitarse y, si el individuo ya sufre de estas enfermedades, puede recuperarse de ellas. Las siguientes recomendaciones podrían ser muy útiles:
En su definición más sencilla, el sobrepeso y la obesidad es la acumulación excesiva de grasa corporal y que resulta perjudicial para la salud. Esta condición tiene dos causas básicas: puede deberse a un régimen alimenticio inadecuado junto a una escasa actividad física, o a causa de alteraciones metabólicas. En el primer caso muchas veces interviene la psicología humana, actuando en igual medida que con la anorexia y la bulimia como conductas excesivas del ser humano que no puede controlar.
El indicador utilizado para determinar si una persona sufre de sobrepeso u obesidad es el índice de masa corporal (ICM), que se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos entre el cuadrado de su estatura en metros (kg/m2), siendo un valor igual o superior a 25 un indicador de sobrepeso, y cuando rebasa los 30 kg/m2, la persona se encuentra en situación de obesidad.
La diferencia clave es que la obesidad ocurre cuando se tiene exceso de grasa en el cuerpo; el sobrepeso significa solamente pesar demasiado. Ser obeso aumenta el riesgo de padecer enfermedades graves como diabetes, problemas cardíacos, derrames cerebrales, artritis e incluso cáncer. Es por esto que el verdadero gran problema ocurre cuando se entra en el umbral de la obesidad.
La obesidad constituye un problema que afecta a más de 600 millones de personas en el mundo entero y más de 43 millones de niños menores de cinco años de edad lo padecen. Además, es el quinto factor principal de riesgo de defunción humana. En Venezuela el panorama no es alentador, siendo el décimo país del mundo con la mayor tasa de obesos, y el segundo en Latinoamérica, sólo ubicándose por detrás de México.
La causa principal de la obesidad es simple: las personas consumen más calorías de las que queman diariamente. Sin embargo, existen otros factores que causan la obesidad:
El estado emocional de las personas juega un papel preponderante en sus probabilidades de ser obeso. Adicionalmente, con el tiempo los factores psicológicos también han sido considerados una reacción a los fuertes prejuicios y a la discriminación de las personas obesas, que las conduce a una inseguridad extrema y malestar en algunos entornos sociales.
La obesidad es bastante prevenible. La solución siempre será lograr alcanzar y mantener hábitos alimenticios saludables, pero también es importante que las personas se desenvuelvan en un entorno positivo.
Los pacientes también pueden acudir a un médico que puedas sugerir alguna otra acción positiva en favor de mantener su salud. También existen otros especialistas que pueden aportar cuidados más especializados, como:
Los problemas psicológicos causados por la anorexia, la bulimia y la obesidad pueden ser prevenidos por uno mismo. La solución está en las manos de cada quien y las siguientes sugerencias ayudarán a cualquiera a sentirse mejor:
Psicoterapeutas y psicólogos de Venezuela expertos en trastornos alimenticios